viernes, 20 de julio de 2012

Dios y hombre: más allá del paradigma


Dios no es más que nuestro yo espiritual, el cual es la representación desnuda de nuestros más profundos deseos y nuestro cómplice ideal al momento de buscar la salida a los distintos acontecimientos de nuestro diario vivir.
Bajo ningún motivo debemos excusar nuestra incompetencia con escudos mítico-religiosos, pues en la vida todo lo que sucede es producto de nuestros actos y estos se resumen en meritocracia.
Nadie interfiere en nuestros aciertos o desaciertos, sólo nosotros como humanos podemos cambiar nuestro destino y para eso necesitamos más que pronunciar mil veces las mismas letanías en busca de un acto que sólo puede ser clasificado como mágico, debemos ser conscientes de nuestros defectos e intentar remediarlos, pero bajo ninguna circunstancia esperar que cambie nuestra situación de la nada, pues aquello nos es más que caer en la mediocridad y dejar todo en cuanto somos en manos de un engaño que nosotros como humanos hemos auspiciado por siglos.
Científicamente las teorías creacionistas son simplemente una intersección de eslabones perdidos con los cuales hasta el momento sólo es posible creer en un ente metafísico, esta posición la pongo en un atril deísta, en el cual no niego ni afirmo la existencia de un ser superior.
Lo único que por mi parte descarto totalmente es la intromisión de este ente en nuestra vida cotidiana; pues antes de cumplir mandamientos “divinos”, nosotros cumplimos nuestros propios mandamientos adquiridos desde el momento de nuestra concepción y debemos ser juzgados y morir bajo estas reglas humanas, las cuales no fueron escritas en tablas de piedra ni en antiguos manuscritos, sino vienen adheridas a nosotros los hombres de manera innata.
Sólo es posible vivir, si cumplimos con estos mandamientos, pero hay entes que no hacen más que romper este código, y terminan siendo destructores de la sociedad, a este tipo de personas se les debe respetar sus derechos, en la medida que ellos respeten la existencia y desarrollo normal de los otros seres.
No concibo la idea de respetar los derechos individuales de una persona, cuando sabemos perfectamente que esta persona irrespeta los derechos individuales de cientos de personas; como humanos es nuestro derecho y obligación luchar día a día para tener una sociedad en la cual seamos seres dignos, pero esto se sale del ámbito religioso, del cual habla este texto, y sería ahondar cada vez más en los pro y los contra de los llamados “ismos”.

 el Lunes, 16 de Julio de 2012 

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