viernes, 20 de julio de 2012

Aprender a Aprender

La idea de que a alguien le guste escribir sólo por hacerlo es absurda. Debe existir un propósito; tener un sentido o una meta, aunque sólo sea el de eliminar el aburrimiento o llenar horas muertas en solitaria reflexión. Pero para todo debe haber dedicación, tesón e inteligencia.

Uno a veces se ve tan tonto sentado en la terraza de la casa, en una mano apoyando la barbilla y en el rostro la mejor cara de concentración; un cuaderno abierto sobre las piernas y el lápiz en la otra mano, tratando de darle un poco de sentido a tu vida escribiendo para el disfrute de otros.

Criticas, burlas, risas a nuestra costa de los incultos que pasan por el frente y sin disimulo alguno cuchichean sobre tu arte; es lo que nos granjea este noble acto de expresión. Es una realidad que todo escritor sabe, conoce y ha pasado. Y los que no, nunca digan: De esta agua no beberé; porque siempre aparecerá en el camino alguien a quien tus ideas y manifestaciones le resulten “estúpidas” y “disparates”.

Es desanimante –aunque esta expresión no exista–; Pero también es extraño. Ese mismo sentimiento de rechazo es lo que nos hunde; pero también lo que enciende nuestra chispa creativa. Es lo que nos renueva las fuerzas y el ardor de nuestros deseos; impulsa nuestros propósitos y nos hace levantarnos del fango, sacudiéndonos el gris polvoso de nuestras ropas.

Los escritores no importan de qué clase; tratamos de infundir algo de colorido y viveza en este mundo desahuciado y perdido que cada día se aleja más y más de la imaginación pura y rica; llenando de podredumbre la mente de los niños y mostrándoles imágenes de vileza. Eso es lo que le hace la ignorancia al mundo… lo quiebra.

Escribir no es sólo llenar unas líneas. Para mi escribir es aprender. Aprender es cultivarse. Cultivarse es renovarse. Cuando me aplico este término quiere decir que estoy cambiando, avanzando, mejorando. Soy diferente. Una nueva persona. Para transmitir hay que saber… Si no sé… ¿Qué enseñaré? Nunca aprendí tanto como hasta el momento en que decidí dar mi opinión de la vida a otros. Nunca conocí hasta que aprendí a aprender. Para mí el escribir no es tontería. Escribir es existir. Existir es ser.

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